Marcha de San Cayetano: la Iglesia renovó sus reclamos y se sumó a la agenda opositora contra el Gobierno

Pese a ser un año electoral, la Iglesia católica no deja pasar oportunidad para criticar la situación social. Y en línea con los principales planteos de la agenda de la oposición al gobierno de Javier Milei, en los últimos meses acumuló pronunciamientos críticos por los magros haberes de los jubilados, la más que insuficiente asistencia a personas con discapacidad y los bajos salarios en el sector sanitario. Incluso, cuestionamientos por lo que considera una desatención de los reclamos de los pueblos originarios y la problemática de los migrantes. Casi nada de la desafiante realidad quedó afuera de sus señalamientos.

La tradicional celebración de San Cayetano, el patrono del pan y del trabajo, no podía ser la excepción. En la homilía de la misa centro oficiada en el populoso santuario del barrio porteño de Liniers, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, no se privó de abogar por todas esas problemáticas. Más aún: dos días antes la Conferencia Episcopal -que agrupa a todos los obispos del país- en una actitud inusual también quiso aprovechar la ocasión para formular sus cuestionamientos.

En un comunicado en la previa a San Cayetano, en el que no mencionan directamente al Gobierno, pero la referencia es clara y evidente, los obispos advirtieron que “en todo plan económico, cuidar el empleo y las fuentes de trabajo debe ser una prioridad indeclinable”, y señalaron que “ninguna medida puede considerarse exitosa si implica que los trabajadores pierdan su empleo o vivan con angustia e incertidumbre sobre su futuro». A la vez que pidieron “escuchar el clamor de tantos hermanos y hermanas”, en un país donde no se genera empleo formal desde hace una década.

Ya este jueves, García Cuerva reiteró las mismas demandas sociales, reclamos que la oposición en el año electoral -olvidando en el caso del peronismo un pasado muy poco promisorio en esos aspectos- enarbola con fuerza y tradujo en proyectos legislativos que pusieron los pelos de punta a Milei por considerar que afectan el equilibro fiscal y, por extensión, su gran logro: la baja de la inflación. Proyectos que están prosperando en el Congreso y que provocaron un multi-veto presidencial, y ahora el arduo desafío que no sea rechazado.

Pero en la Iglesia dicen rechazar toda interpretación electoral. Argumentan que la política argentina vive permanentemente en campaña -hay elecciones cada dos años- y hay situaciones que no pueden esperar. E intenta que la marcha por demandas sociales de las centrales obreras y los movimientos populares que se sumó en los últimos años a la festividad y se repitió este jueves, no politice la expresión de fe.

Así, García Cuerva abogó por los ancianos, que “siguen esperando una jubilación digna”, por los discapacitados y los enfermos. De paso, dijo que en la Iglesia se valoran «todas las formas de trabajo» ante los cuestionamientos a la llamada economía popular. «Toda actividad que con esfuerzo, lleva dignamente el pan a la mesa merece ser reconocida, acompañada y protegida», sostuvo.

Tampoco se salvó de la implícita crítica del arzobispo el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, por su decisión de multar a los que, revolviendo en los contenedores de desperdicios, desparraman la basura. “No podemos desentendernos de los que sufren, de los que revuelven los tachos de basura buscando algo para comer (…). Y no lo hacen porque les gusta…”, subrayó.

Consciente de la necesidad de una solución consensuada a los problemas sociales, le pidió a San Cayetano su ayuda para “que podamos encontrarnos y dialogar para buscar soluciones a los problemas que aquejan a nuestro pueblo”. Paralelamente, la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) decía con motivo de la festividad que los propios empresarios afrontan el desafío moral de «invertir y generar empleo».

Claro que para eso, dijo el arzobispo, hace falta “salir del chiquero de las descalificaciones y el odio”. En ese sentido, aseveró que “así como bajó la inflación -más allá de que más tarde se conoció que en julio en la ciudad trepó al 2,5 %- que es el impuesto a los pobres y que desde hace años perjudica a las familias, también le pedimos a san Cayetano que interceda por nosotros para que nos comprometamos a bajar los niveles de agresión, y nos libre de la indiferencia, el individualismo y la crueldad”.

Habrá que ver si, tras el anuncio del Presidente de dejar de lado los insultos -y luego del fragor de la campaña y las elecciones-, un eventual mejor clima político permite avanzar en respuestas más o menos consensuadas ante los problemas sociales. Por ahora, la Iglesia viene zafando de la ira presidencial que estalla ante las críticas de opositores, economistas, periodistas y artistas.

¿Acaso deja que la Iglesia con sus expresiones de religiosidad popular actúe como una válvula de escape? ¿Es una estrategia electoral pensando en la supuesta influencia del clero entre sus fieles -sobre todo en los barrios populares- a la hora de votar? ¿O simplemente es pura indiferencia?

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