El hecho más trascendental de la semana no fue, ni por asomo, que el Fondo Monetario viniera a rescatar a Milei cuando a Milei le llegaba el agua al cuello. No era tanta agua, sino que a Javi quizás le estaba faltando altura. Incluso en puntas de pie veía caer dramáticamente las reservas, subir el dólar, andar corto para honrar la deuda, trepar la inflación y el riesgo país… Salió como escupida a reunirse con Trump (o a que los reuniera una selfie), que en su condición de presidente de los gringos es el más macho del FMI, pero Trump andaba en cualquiera y nunca se presentó. Javi, que venía de ser sopapeado en el Congreso, volvió con la cola de león entre las piernas, hecho una piltrafa. Enfrentó así, entre padrenuestros y avemarías, la semana más traumática desde que se instaló con los perros en Olivos y con Karina y Caputín en la Casa Rosada. Ya conocemos a los del Fondo: su famosa receta no es hambrearte, como dicen los K, sino ponerte a parir, obligarte a hacer cosas que no riman, por ejemplo, con una campaña electoral. Cuando, a mediados de la semana pasada, las primeras gotas alcanzaban los labios de Javi, hicimos de tripas corazón y firmamos el acuerdo; nos cerraron entonces la canilla del agua y abrieron la de los greens. Aleluya, aleluya, aleluya: era el arribo, por fin, de las fuerzas celestiales; lo que Javi promete, Javi lo cumple. Un detalle: nunca dijo que al frente de las tropas iba a estar una búlgara. Kristalina Georgieva.
No sé ustedes: yo me había hecho otra idea. Tipo que se iban a abrir los cielos, sonarían trompetas y un coro de ángeles proclamaría la llegada de la misión divina, con la Tierra a oscuras y un rayo de luz cayendo sobre la figura del Mesías: el Pelu. Perdonen si me dejo llevar por el clima de la Semana Santa. Todo bien con Kristalina, y con los dólares de Kristalina, pero hasta la diablilla Kari tiene más carisma.
El viernes se hizo el anuncio del acuerdo, con toda la pompa de la que es capaz el realizador Caputín, y el finde, a cruzar los dedos. ¿Qué dirían los mercados el lunes? ¿La impronta sería dada por operadores operados por periodistas mandriles? Diosito mío, qué estrés. El cepo era un horror –era Néstor, Cristina, Massita–, pero, como buena medicina peronista, tiraba la enfermedad para adelante. Una bendición que nos visitara el secretario del Tesoro, Scott Bessent, un tesoro de enviado, un tierno que vino con su onda de Felices Pascuas, la casa está en orden, y llenó de elogios a Javi, a Caputo el Bueno, al rumbo del país… Salvo que al concluir sus 10 horas en Baires tiró lo siguiente: “Este cambio solo será duradero si los amigos de la Argentina brindan su apoyo”. ¿Qué quisiste decir, botón? ¿Que seguimos dependiendo de que nos tiren un hueso? ¿Que con lo nuestro no alcanza? ¿Que el León solito no puede? Tomatelás, Braden. Go home, zurdito.
Minutos después de que Bessent dejara la Casa Rosada, Javi y el equipo económico festejaron el buen cierre de la primera jornada sin cepo: se abrazaron, saltaron y cantaron, como en la cancha, “mandril, decime qué se siente…”. Simpática esa imagen futbolera; todos formales y prolijos con el yanqui, y sacados al rato, gritando como goles la cotización del dólar. Quién dijo que fue patético: estaban muertos de miedo. Scott, volvé, te perdonamos.
No entiendo cómo acabo de dedicarle tantas parrafadas a un tema insignificante. El acontecimiento de la semana, del mes y del año no es otro que las casi cinco horas que clavó el Pelu en la entrevista con Ale Fantino, ese mismo día. Amo a Javi, a Fantino y el género entrevista, pero hay que fumarse cinco horas. Eso solo es posible gracias a una transfiguración. El Presi no fue Presi: fue comentarista, barrabrava, agitador de masas, orillero, puteador; quiero decir: un estadista que ha entendido muy bien que lo suyo es comunicar, más que andar gobernando. Fantino no fue periodista, los cielos no lo permitan: cumplió el papel de amigo, compinche, tiracentros, adulador. Espontáneo, además: en un momento abandonó el set porque, confesó, se estaba “haciendo pipí”. De chico Ale soñaba con estar frente a un micrófono; de grande, portarse como un chico. En cuanto a la entrevista, devino rápidamente en charla de bar, cocina o peluquería, con clima de caguémonos de risa. Dos locos lindos. En el canal Neura.
Terminemos con el FMI, no porque corresponda, sino para ser simétricos. A estos tipos se les ocurrió obligarnos a deshacer el esquema de condonación impositiva de Tierra del Fuego, caja sin la cual nos vamos a quedar sin campañas políticas, sin dirigentes con liquidez, sin sobres. Un horror: no nos pueden pedir tanto, y así, de una. Pero la casta es el ave fénix. El Gobierno decidió impedirle a la Unidad de Información Financiera ser querellante en causas por corrupción, lavado y narcotráfico; por ejemplo, Cuadernos. “Basta con eso de investigar –ordenó Javi–. Los quiero haciendo informes que nadie va a leer”.
Nunca sabremos si a Bessent las 10 horas le parecieron pocas o… una eternidad.
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