La Selección, orgullo nacional
Con el tobillo derecho del tamaño de un zapallo, Lionel Messi salió llorando de la final de la Copa América ante Colombia del 14 de julio en Miami. Mientras sollozaba sentado en el banco, Leandro Paredes lo abrazaba y lo consolaba y, dentro de la cancha, sus compañeros se juramentaron ganar como diera lugar. Con menos fútbol que otras veces, pero con el mismo carácter de siempre, o sea con su ADN competitivo, la Selección sacó el partido adelante. Y con un golazo de Lautaro Martínez en tiempo suplementario, retuvo la Copa ganada a Brasil en Brasil en 2021 y alzó su cuarto título grande en cuatro años. La mística y el sentido de pertenencia están vigentes. Y más allá de las dos derrotas ante Colombia y Paraguay, el primer puesto en las Eliminatorias asegura una inminente clasificación al Mundial tripartito de 2026. Allí donde además de defender la gloria máxima de Qatar irá, quizás con Messi por última vez, por lo muchos creen que ya se logró: ser la mejor Selección Argentina de todos los tiempos.
Vélez, el equipo del año
Aunque perdió tres de las cuatro finales que jugó (la Copa de la Liga, la Copa Argentina y el Trofeo de Campeones), Vélez dominó el ejercicio futbolístico de 2024. Precisamente por eso: porque estuvo en la definición de todas las competencias del año. Ganó el campeonato, sumó más puntos que nadie en la tabla anual y tuvo la mejor racha del temporada (once partidos ganados sobre doce jugados entre el campeonato y la Copa Argentina). Además mostró reservas anímicas que le posibilitaron absorber fuertes golpes que a otros planteles quizás los hubieran derribado como los cuatro jugadores separados del plantel a principios de año por un episodio de acoso sexual en Tucumán y la derrota en la final con los santiagueños. La química entre los jóvenes y los expertos funcionó. Y el técnico Gustavo Quinteros pudo superar algunos cortocircuitos en el trato con los jugadores. En 2023, Vélez se salvó del descenso en la última fecha y en 2024 peleó los cuatro títulos y llegó a la Copa Libertadores. Algo se hizo bien dentro y fuera de la cancha para que así haya sido.
SAD vs Clubes
El enfrentamiento entre el gobierno de Javier Milei y la AFA fue el gran partido del año. Quisieron ir por las sociedades anónimas deportivas. Pero no los dejaron pasar. Con Claudio «Chiqui» Tapia al frente, el sistema del fútbol cerró filas y defendió con decisión política, tenacidad, inteligencia y buena asesoría jurídica, la vigencia de los clubes como asociaciones civiles sin fines de lucro. Con un par de cautelares, AFA detuvo los efectos del decreto de necesidad y urgencia que posibilitaba la entrada de las SAD y además, logró la revalida de la reelección de Tapia como presidente que el gobierno intentó cuestionar. La foto de Tapia y Karina Milei juntos en la asamblea de la FIFA en Paraguay se asemejó a una capitulación del presidente de la Nación que embistió contra casi todos pero con el fútbol, todavía no pudo.
Racing campeón
La consagración académica en la Copa Sudamericana dejó una mensaje inequívoco: una sociedad civil bien gestionada puede competir y ganarle a una sociedad anónima de fútbol como lo es Cruzeiro. Pero no fue sólo eso lo que posibilitó el título ganado en la tórrida tarde paraguaya del 23 de noviembre. Racing salió campeón porque asumió los partidos decisivos con Corinthians y Cruzeiro poniendo sobre la cancha fortaleza mental, convicción ganadora y jugadores como «Juanfer» Quintero, Nardoni, «Maravilla» Martínez y el arquero Gabriel Arias, que jugaron sabiendo siempre lo que estaba en juego. Y un técnico eléctrico y apasionado como Gustavo Costas que fue un hincha al frente del equipo. El nuevo ídolo-presidente, Diego Milito, deberá potenciar este cuadro de situación. Tiene todo para que así sea. La Copa Libertadores es la parada venidera.
Riquelme contra la policía
La imagen del presidente de Boca, interponiéndose entre la policía santafesina y la barra brava boquense para evitar un desastre, es una de las mas potentes del año. Aunque no aparezca la pelota en movimiento. Pudo haber habido una tragedia aquella noche del 23 de octubre en la cancha de Newell’s en el entretiempo del partido con Gimnasia por la Copa Argentina. Unos y otros estaba listos para la pelea y Román decidió poner el cuerpo en defensa de los cientos de familias xeneizes que estaban expuestas en el lugar. Mas que su presidencia, Riquelme arriesgó su condición de ídolo mayor de Boca. Calmó los ánimos e hizo la paz. Por acto de presencia. Con su propia palabra. Sólo porque es Román. Y Boca es Boca.
La vuelta de Gallardo
Después de quedar eliminado por Boca de la Copa de la Liga y por Temperley de la Copa Argentina, Martín Demichelis se le hizo insoportable a River y debió dejar la dirección técnica. Marcelo Gallardo había vuelto de Arabia Saudita y el abrazo, entonces, se hizo inevitable. Todo River eligió creer que la magia del técnico haría posible por si sola la obsesión de volver a ganar la Copa Libertadores. Pero no sucedió. Gallardo no pudo levantar el nivel de varios jugadores, no logró acomodar la media cancha ni insuflar mística ganadora. O sea, no encontró el equipo. Y las semifinales coperas con Atlético Mineiro lo pusieron en evidencia. Armó un planteo especulativo en Belo Horizonte y perdió 3 a 0. Y convirtió el desquite del Monumental en un festival de centros a la olla (lanzo 63). River cerró el año lejos de todo. No peleó ni ganó nada. Y dibujó un signo de interrogación en los rostros de sus millones de hinchas si es que no hay cambios para 2025 y sigue todo como está. Pero con Galllardo sentado en el banco.
Los partidos del año
La semifinal de la Copa Argentina entre Vélez y Boca en Córdoba y el partido por el campeonato entre Racing y Estudiantes en Avellaneda concitaron las máximas vibraciones del año futbolero. Los vuelcos en el marcador, la potente reacción de Boca que perdía 2 a 0 y pasó a ganar 3 a 2 y la vigorosa atropellada final de Vélez que terminó venciendo 4 a 3 le dieron forma a uno de los mejores partidos de los últimos años. Pero Racing y Estudiantes no se quedaron atrás. Estudiantes 1 a 0, Racing 2 a 1, Estudiantes 4 a 2, empate 4 a 4 y Estudiantes 5 a 4 fueron un martillazo emocional detrás de otro. Hubo impefrecciones desde luego y no se jugó lindo. Pero el fútbol perfecto no existe. Los grandes espectáculos también requieren el alto voltaje emotivo de partidos como estos que le corren un telón al corazón.