La decisión del intendente de Zárate, Marcelo Matzkin, de designar a una inteligencia artificial como “funcionaria municipal no humana” abrió un debate que excede lo tecnológico y se mete de lleno en la política, la administración pública y la transparencia estatal. El decreto 532/25, que creó el cargo de Directora General de Atención al Vecino No Humana, convirtió al chatbot ZARA en la primera “funcionaria” de este tipo en la Argentina.
Pero detrás del gesto disruptivo, el proceso despierta dudas estructurales: ¿qué puede firmar una IA? ¿Quién responde por sus errores? ¿Quién desarrolló el sistema y bajo qué estándares? ¿Y por qué una licitación reservada de 75 millones de pesos para un chatbot que aún no existe?
El dato más insólito del caso es que ZARA todavía no está desarrollada: la licitación para crearla, Privada Nº 9/2025, recién se abrirá el 26 de noviembre. Es decir, Zárate ya tiene una funcionaria “no humana” antes de tener la tecnología que le dará vida. El decreto es explícito: ZARA podrá tramitar expedientes y firmar resoluciones administrativas con validez legal. Un director general humano podrá revocarlas, pero mientras tanto, las decisiones de un sistema aún desconocido serán consideradas actos del Estado.
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El gobierno municipal aprobó un presupuesto de $75.000.000 para desarrollar e implementar el chatbot. Hasta hoy no se conoce quiénes serán los oferentes, ni la arquitectura que deberá cumplir ZARA, ni si se utilizarán modelos generativos comerciales, software propio o sistemas híbridos. Un vacío inquietante: el pliego técnico —que debería detallar privacidad, auditoría, actualizaciones, entrenamiento y límites operativos— no fue publicado de forma abierta.
La Inteligencia Artificial está reconfigurando el campo argentino
El experimento institucional: decisiones automatizadas sin control claro
El punto más sensible es el jurídico. ZARA fue habilitada para producir actos administrativos. Ninguna dependencia del Estado argentino, ni nacional, ni provincial, ni municipal, había delegado antes facultades de firma en un sistema automatizado. Sin embargo, el decreto no establece:
– Quién audita las decisiones del sistema,
– Quién responde si se vulneran derechos,
– Cómo se corrigen errores,
– Con qué datos se entrena el modelo,
– Si habrá trazabilidad de cada acción.
La figura de la “revocación por un superior humano” parece un intento de cobertura política más que un mecanismo de control real. En la práctica, si ZARA toma una decisión incorrecta, el daño ya estará hecho.
¿De qué hablamos cuando hablamos con la inteligencia artificial?
Mientras Matzkin promociona la medida como un salto al futuro y un intento por convertir a Zárate en un “hub de inteligencia artificial”, la oposición local se muestra más cauta que combativa. Aunque todavía no hubo un pronunciamiento institucional fuerte, sí emergen cuestionamientos técnicos y legales difundidos por especialistas y medios: la falta de marco regulatorio, la precariedad conceptual de llamar “IA” a un chatbot aún inexistente y el uso indiscriminado de términos tecnológicos como herramienta de marketing político.
Los opositores, en privado, reconocen que oponerse a la “modernización” puede ser impopular. Pero también admiten que el municipio está abriendo una puerta sin medir las consecuencias: Zárate podría transformarse en conejillo de Indias de una experiencia institucional sin supervisión.
Incentivos fiscales: 15 años de exenciones para empresas de IA
Como parte del mismo proyecto, el intendente impulsó un régimen de exenciones impositivas por 15 años para startups de IA que se radiquen en Zárate. La medida, promovida como un impulso a la innovación, despierta recelos: ¿quién controlará a las empresas que puedan beneficiarse con recursos públicos? ¿Qué garantías tiene el municipio de que generarán empleo real? ¿Por qué un régimen tan generoso en un distrito con problemas financieros estructurales?
ZARA es, por ahora, un título grandilocuente: una “funcionaria no humana” sin cuerpo, sin código y sin responsabilidades claras. Lo disruptivo no es su inteligencia —que aún no conocemos— sino la facilidad con la que un municipio decidió delegar funciones del Estado en un sistema automatizado sin debate público, sin licitación abierta y sin estándares mínimos de transparencia.
Sí Zárate quería ser pionera, lo logró. Pero la pregunta que quedará grabada en el expediente 4121-6601/2025 es otra: ¿fue una innovación real o un acto político vestido de futuro? El tiempo, y las primeras resoluciones firmadas por ZARA, dirán si se trata de un avance tecnológico o de un experimento riesgoso para la institucionalidad local.
JCS/TV/ff
