Este domingo 7 de septiembre se realizarán las elecciones Buenos Aires 2025. Se renovará parcialmente la Legislatura bonaerense, con la elección de 23 senadores provinciales titulares y 15 suplentes, así como 46 diputados provinciales titulares y 28 suplentes. Además, se definirá la composición de los concejales municipales para el Concejo Deliberante y los consejeros escolares para el Consejo Escolar de cada municipio.
La provincia de Buenos Aires se encuentra dividida en ocho secciones electorales, y la elección de legisladores provinciales se distribuye entre ellas. Cada sección renueva la totalidad de sus representantes en una de las dos cámaras de manera alternada en cada elección. En esta ocasión, las Secciones Primera, Cuarta, Quinta y Séptima elegirán senadores provinciales, poniendo en juego ocho, siete, cinco y tres bancas respectivamente. Por su parte, las Secciones Segunda, Tercera, Sexta y Octava elegirán diputados provinciales, con once, dieciocho, once y seis diputados a elegir en cada una.
Para el reparto de estas bancas, la Legislatura bonaerense utiliza un método de representación proporcional conocido como el sistema Hare, también llamado sistema de cuotas. Pero, ¿cómo funciona exactamente este sistema? ¿Qué lo diferencia de otros métodos, como el D’Hondt, utilizado en elecciones nacionales? ¿Y cómo influyen factores como la participación electoral o la magnitud de cada sección en el destino de los partidos políticos? Para desentrañar estas preguntas, consultamos a expertos en la materia.
1) ¿Cómo se explica sencillamente el método Hare para el reparto de las bancas de la Legislatura bonaerense y el sistema de restos?
El sistema Hare, también conocido como el sistema de cuotas, es un método de representación proporcional que busca distribuir los cargos de una manera más equitativa. Según explica Pablo Cerchia, politólogo, analista de datos y creador del sitio web DATACP, el «Sistema ’Cociente Hare’ es un método de representación proporcional que asigna las bancas en dos etapas».
La primera etapa implica el cálculo de un cociente. Este cociente se obtiene dividiendo el total de votos positivos emitidos en una sección electoral por la cantidad de bancas a cubrir en esa misma sección. «Cada partido recibe tantas bancas como veces entre el cociente en sus votos», detalla Cerchia.
Paola Zuban, politóloga, magíster en Comunicación Política y directora de Zuban Córdoba, lo ilustra con un ejemplo claro: «Supongamos que la cantidad de votos es de 100 mil y hay 10 bancas a cubrir, el cociente será 10 mil. Entonces si el partido A sacó 37 mil votos, se dividen por 10 mil, entonces el resultado (3.7) indica la cantidad de bancas; el partido A obtiene 3 bancas y eso se hace con cada uno de los partidos que participan en la elección».
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La segunda etapa entra en juego si, una vez asignadas las bancas enteras mediante el cociente, aún quedan cargos sin cubrir. Acá es donde interviene el sistema de restos. Las bancas no asignadas se distribuyen a los partidos con los mayores «restos» o «votos sobrantes» después de aplicar el cociente. Siguiendo el ejemplo de Zuban, «si la suma de todos los cocientes no alcanza el número total de bancas a cubrir, es decir, quedan cargos sin cubrir, se le adjudica un candidato más a cada uno de los partidos que haya tenido un resto mayor». Si el partido A obtuvo 37 mil votos y le corresponden 3 bancas (por su cociente de 3.7), le queda un resto de 0.7, equivalente a 7 mil votos. Si otro partido, como el partido B, consigue 29 mil votos, obtiene 2 bancas (por su cociente de 2.9) y le queda un resto de 0.9, equivalente a 9 mil votos. En este caso, «como ese resto es mayor al del partido A, esto podría sumarle una banca más» al partido B.
Es fundamental destacar que este cociente no es fijo en toda la provincia, sino que «varía según cada sección electoral porque no todas tienen los mismos votos ni eligen la misma cantidad de bancas». Además, para tener posibilidad de acceder a las bancas distribuidas por resto mayor, cualquier partido debe haber superado el cociente electoral; «las listas cuyos votos no alcancen el cociente carecerán de representación», según el Artículo 109 de la ley 5.109, como señala Cerchia.
2) ¿Cuál es la principal diferencia con el sistema de distribución D´Hondt?
La principal diferencia entre el sistema Hare y el sistema D’Hondt, que se utiliza en las elecciones nacionales, radica en su mecanismo de cálculo y en la filosofía de reparto que subyace a cada uno. Facundo Cruz, politólogo, consultor y analista político, coordinador de PulsAR, destaca que «todos los sistemas proporcionales por lo general siguen como criterio distribuir los cargos que se ponen en juego de una manera mas equitativa que los sistemas mayoritarios». Sin embargo, incluso dentro de los sistemas proporcionales, existen variaciones en su grado de proporcionalidad.
Cruz explica que la fórmula D’Hondt, utilizada en cargos nacionales y en CABA, «es el más mayoritario de todos los proporcionales». Esto no significa que genere un resultado mayoritario en sí mismo, sino que, dentro de la familia de fórmulas proporcionales, «premia más al ganador, sobre todo al ganador que le saca una ventaja al segundo, tercero y cuarto en la lista, por cómo funciona matemáticamente la fórmula». Por ejemplo, si un partido sale primero con 45 puntos y le saca más de 20 puntos al segundo, «te vas a llevar un premio en bancas por encima de la proporción de votos que obtuviste».
En contraste, el sistema Hare es «un poco más equilibrado» y «te genera un resultado un poco más proporcional que el D´Hondt», ubicándose como «más proporcional al interior de la familia de sistemas electorales proporcionales».
Pablo Cerchia profundiza en los detalles mecánicos de la diferencia: «En el Hare se calcula un cociente fijo: votos positivos ÷ bancas. Cada partido obtiene tantas bancas como veces ese cociente entra en sus votos. Las bancas sobrantes se asignan por mayor resto entre los partidos que superaron al menos una vez el cociente». En cambio, el D’Hondt «no usa un cociente único». En este sistema, «divide los votos de cada partido por 1, 2, 3, y así hasta llegar al número de bancas a repartir. Se ordenan todos esos cocientes de mayor a menor y se asignan bancas a los más altos hasta cubrir el total».
Otra diferencia crucial, según Cerchia, es que el Hare tiene «dos ’umbrales’ y ninguno es fijo (el piso electoral y el hecho de que para acceder a representación la vara mínima es tener más votos que el cociente varían en cada sección)». Por el contrario, en el D’Hondt «se descartan todas las listas menores a 3%». Este umbral fijo es una característica distintiva del D’Hondt.
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3) ¿Cómo juega el piso electoral en una sección con pocas bancas en disputa frente a una con muchas?
El piso electoral es un umbral fundamental en el sistema Hare, ya que si un partido no lo supera, no tendrá representación en la Legislatura bonaerense. Pablo Cerchia explica que este piso «surge de dividir el cociente electoral por el total de votos y eso multiplicarlo por 100». Además, para calificar para el reparto de bancas por resto mayor, los partidos deben tener más votos que el cociente y haber superado este piso electoral.
La forma en que el piso electoral se manifiesta y su impacto en las chances de los partidos varía considerablemente entre secciones con pocas bancas en disputa y aquellas con muchas. Cerchia da un ejemplo concreto de la Primera Sección en 2021: «hubo 3.202.281 votos positivos y 8 bancas, el cociente es 400.285,125 (se divide votos por bancas). Este cociente se divide por el total de votos (3.341.000) y se lo multiplica por 100 lo cual da un piso electoral de 11.98%». Esto significa que, en esa sección y bajo esas condiciones, un partido necesitaba obtener casi el 12% de los votos para tener posibilidad de acceder a una banca.
Paola Zuban proporciona un ejemplo comparativo que ilustra cómo la cantidad de bancas y votos en una sección modifica el piso. Ella explica que «el piso electoral está dado por la cantidad de votos totales positivos dividido la cantidad de bancas en juego de cada sección electoral».
• «Por ejemplo: en la sección 1 se emiten 20 mil votos y la cantidad de cargos a cubrir son 5, el piso electoral será de 4000 votos».
• «Pero si en la sección 2 la cantidad de votos emitidos es de 80 mil y los cargos son 10, el piso electoral será de 8 mil votos».
Estos ejemplos demuestran que, en términos absolutos, el número de votos necesarios para alcanzar el piso electoral puede ser diferente entre secciones. Sin embargo, la clave no es solo el valor absoluto, sino el valor relativo y la magnitud de la sección. En una sección con pocas bancas en juego, aunque el número absoluto de votos para el piso pueda parecer menor, la competencia es más cerrada. La división de un número relativamente bajo de bancas entre los votos disponibles tiende a hacer que cada banca sea «más cara» en términos de votos necesarios, y que el peso proporcional de cada voto sea mayor. Esto significa que los partidos deben asegurar un porcentaje significativo de votos para superar el cociente y el piso, lo que puede ser más difícil para los partidos más chicos en un escenario con pocas bancas.
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4) ¿Qué ventajas y limitaciones tiene el sistema Hare frente a otros métodos de representación proporcional?
Según Facundo Cruz, en términos generales, «los que están más favorecidos por el sistema Hare tienden a ser los partidos medianos y chicos». Esto se debe a que el Hare es «un poco más equilibrado» y «genera un resultado un poco más proporcional que el D´Hodt», que tiende a premiar más a los ganadores con una ventaja significativa. Al ser un sistema de cuotas, el Hare tiene dos subdivisiones: los de «resto mayor» que otorgan un «premio a los partidos un poco más grandes», y los de «resto menor» que «compensan a los más chicos». Esta capacidad de compensación teóricamente beneficia a las fuerzas políticas menos masivas.
Sin embargo, Cruz añade una importante salvedad: «Siempre va a depender todo de la cantidad de votos positivos, es decir cuánta gente va a votar y cuánta gente opta por alguna de las listas que se presentan».
Paola Zuban refuerza esta idea al afirmar que «se presume que este sistema busca una mejor asignación de las bancas entre el porcentaje de votos y las bancas que obtiene y permitir que los partidos con menos votos tengan mas probabilidad de sumar para ganar cargos o escaños».
Sin embargo, Zuban señala que el sistema Hare también presenta limitaciones, especialmente para los partidos más pequeños, a pesar de su inclinación proporcional. «Hay muchas quejas de los partidos chicos con este sistema, porque cuando pocas listas superan el piso, se reparten los cargos por el cociente, después por los decimales y si queda una banca, dos más o hasta tres, van todas para el primero», explica la experta. Esta situación puede generar una concentración de las bancas restantes en los partidos más grandes que ya han obtenido un número considerable de escaños por cociente, limitando la real oportunidad de representación para las fuerzas minoritarias, incluso con el sistema de restos.
5) ¿Qué consecuencias puede tener una baja de votos positivos en el reparto de escaños?
La previsión de una menor participación electoral este año, que se traduciría en una baja en la cantidad de votos positivos, podría tener consecuencias significativas en el reparto de escaños bajo el sistema Hare.
Facundo Cruz explica: «Si tenes menos participación electoral vas a tener menos votos positivos». Dado que el sistema Hare funciona dividiendo la cantidad de votos positivos por la cantidad de bancas en juego para obtener la cuota o cociente, «si vos tenes menos votos positivos que en elecciones anteriores porque va a votar menos gente, y tenés la misma cantidad de bancas, porque no cambiaron la cantidad de bancas en las secciones electorales, entonces el cociente, el resultado, la cuota, va a ser más baja que en elecciones cuando va a votar más gente».
La implicación directa de un cociente más bajo es que «como la cuota funciona como piso mínimo que vos tenes que alcanzar para entrar en el reparto, si va a votar menos gente entonces hay más probabilidad que partidos más chicos o medianos entren en el reparto de bancas porque llegan más fácil a esa cuota». En otras palabras, «si baja la cantidad de votos positivos entonces los pisos son más bajos y podes tener un límite más accesible para los partidos más chicos. Tendrías eventualmente una distribución más proporcional de las bancas».
Pablo Cerchia coincide con esta visión: «Si se sigue la tendencia de las elecciones de 2025 en Argentina y la participación es más baja que en 2023 o 2021, lo que puede suceder es que al haber menos votos positivos el piso para entrar va a ser más bajo y quizás haya partidos más pequeños que ahora puedan aspirar a una banca, especialmente en la tercera sección». La Tercera Sección, que elegirá 18 diputados, podría ser un escenario donde esta dinámica sea particularmente visible debido a su gran cantidad de bancas en juego.
Paola Zuban también observa esta consecuencia electoral: «Se estima que habrá una abstención superior a años anteriores, por lo que los votos positivos van a ser menos. Entonces, el mínimo para entrar va a ser más bajo que otros años y esto podría generar un reparto de bancas entre más partidos».
Más allá de las implicaciones en el reparto de escaños, Paola Zuban destaca las «muchas y muy graves» consecuencias de la abstención en la calidad democrática: «La falta de asistencia a las urnas nos habla de enojo con la política o, lo que es peor, una apatía muy grande. Y cuando la ciudadanía se retira del espacio público deja el camino libre al gobernante para el abuso de poder. Si un candidato electo es votado por pocas personas tiene menos legitimidad de origen que uno votado por una mayoría; la ciudadanía no se siente representada y eso genera graves problemas de gobernabilidad».
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