CORDOBA (Enviado especial). – Los representantes de la Unión Industrial Argentina (UIA) se trasladaron a Córdoba para celebrar su día, en una geografía donde las fábricas se suceden a lo largo del Camino de Circunvalación de la ciudad capital, y donde cada población importante tiene su propio parque industrial.
Estaban camino al Centro de Convenciones de la capital cordobesa, en cuyo el salón principal se dieron cita más de 700 participantes, cuando se enteraron del mensaje del viceministro de Economía, Pablo Quirno, notificando que el Tesoro iba a comenzar a intervenir en el mercado de cambios.
“Es sensato. Están demostrando que son pragmáticos y que los problemas hay que resolverlos. Están usando herramientas que son válidas y que seguramente habrán buscado que no contradigan lo que se acordó con el Fondo Monetario”, dijo al pasar uno de los integrantes de la cúpula de la UIA. “Están defendiendo el techo de la banda cambiaria y la verdad es que no nos parece tan mal. Lo importante es que esa apreciación del dólar no se traslade a los precios y en este contexto eso puede suceder. En cambio un dólar de 2.000 pesos no serviría de nada, a los dos meses habría un pass through hacia los precios que destruiría todo”, agregó.
-¿Pero por qué hay tanta presión sobre el dólar pese a las tasas altas?
-Porque es un momento preelectoral. Seguramente cuando pasen las elecciones habrá que reformular cómo sigue el tema de la banda cambiaria, pero como nosotros lo vemos un dólar que ronde los 1.400 pesos representa una apreciación del 25% y si no es trasladada a precios se transforma en un dólar más competitivo.
-Pero con tasas del 75%.
-Es una tormenta, no necesariamente se va a prolongar ese tipo de tasas en el tiempo. Si se fijan, en el segundo trimestre de 2002, cuando recién se salía de la Convertibilidad, la tasa de interés rondaba el 150%. Se buscaba por todos los medios secar el mercado para que el dólar no se fuera más allá de los cuatro pesos de entonces. Duró entre abril y mayo de ese año, para junio las tasas ya estaban normalizadas.
Dentro del Centro de Convenciones, los anfitriones fueron el titular de la Unión Industrial de Córdoba, Luis Macario, y de la UIA, Martín Rappallini, quienes a su vez recibieron al Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y el gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, entre otros.
Entre los empresarios uno de los temas recurrentes era la ausencia de representantes del equipo económico. No era tan así: estaba el secretario de Comercio e Industria, Pablo Lavigne, y la subsecretaria de Política Industrial, Daniela Ramos. Pero fueron sólo en calidad de asistentes, y de hecho Lavigne se fue al poco rato a una reunión de dirigentes libertarios.
“Es claro que decidieron que la representación del Gobierno sea política, porque si venía el ministro de Economía muchos lo iban a cuestionar”, dijo el representante de uno de los sectores más afectados por la apertura importadora.
No hubo durante los escasos minutos de “previa” en un salón aparte, comentarios sobre las tasas o el dólar. “Todo estuvo centrado en la discusión política previa a las elecciones”, dijo uno de los asistentes.
Sobre el escenario, en sus discursos, Macario y Rappallini elogiaron el rumbo económico: criticaron la presión impositiva y la “velocidad” de la apertura importadora, pero ambos dirigentes fabriles dieron por sentado que quieren una vuelta de página del kirchnerismo.
“Solamente puede estar en discusión para los necios o los sesgados ideológicos: la macroeconomía entró en una instancia de racionalidad, condición indispensable para que el sector privado, fuente indiscutible de creación de riqueza, pueda desarrollarse”, dijo Macario.
Rappallini, por su parte, encabezó la entrega del documento “Nuevo contrato productivo”, elaborado por la UIA y firmado por sus filiales regionales, que en sus primeros dos puntos (son 10) reclama “seguridad jurídica” y “orden macroeconómico”.
Pero Rappallini también reclamó por la apertura importadora del Gobierno. Admitió que la sociedad “nos reclama productos y precios internacionales”, pero alertó por “la velocidad de la apertura de la economía sin resolver antes las distorsiones estructurales”. Para referirse a la presión impositiva, apeló a un ejemplo práctico: “Hoy los importados cuestan acá el doble que en la región. Es por los impuestos”, dijo.
El cruce final fue entre el Jefe de Gabinete Francos y el gobernador Llaryora. Ya se sabía que Francos llegaba para atajar las críticas, pero aprovechó para insistir con que hay un clima de “desestabilización” contra el Gobierno, clima que comparó con los que sufrieron en su momento Arturo Frondizi y Arturo Illia. Llaryora lo cruzó: “Creo que moverse en los extremos va a cansar a los argentinos. A veces ven como enemigos a determinados sectores. Ese modelo fracasó. Pero tampoco sirve un modelo que cree que el mercado lo puede solo, sin entender que no existen en ningún lugar del mundo y menos en los países desarrollados”.