Este martes 22 de julio se celebra el Día Mundial del Cerebro y cada año se conmemora con el objetivo de concientizar acerca de la importancia del cuidado de este órgano vital. Este día busca dar a conocer hábitos favorables que pueden contribuir con el buen funcionamiento de la mente.
El cerebro humano es, sin dudas, una de las estructuras más complejas del universo conocido. Con aproximadamente 86 mil millones de neuronas y cuatrillones de sinapsis —las conexiones entre ellas—, esta masa de 1400 gramos nos permite percibir el mundo, tomar decisiones y dar vida a nuestra imaginación.
Este día recuerda la fundación de la Federación Mundial de Neurología (WFN), el 22 de julio de 1957. Durante esta jornada, diferentes sociedades neurológicas se reunieron en Bruselas, Bélgica, para debatir acerca de sus inquietudes y objetivos en la materia. De esta manera, se creó la WFN, una organización orientada a unificar criterios, establecer parámetros y trabajar por los avances de esta especialidad médica en todo el mundo.
Fue en 2014 cuando este mismo organismo decidió celebrar el Día del Cerebro en recuerdo a su historia y orígenes. Desde hace más de 50 años, la WFN realizó publicaciones, investigaciones y trabajo esencial para la neurología.
Una de las propiedades más sorprendentes del cerebro —y quizás menos conocidas— es su capacidad de transformación. Las conexiones neuronales no se establecen solo en la infancia: continúan formándose durante toda la vida. Este proceso de cambio constante es el que sostiene nuestra memoria: ese puente que une lo que fuimos, lo que hicimos y lo que somos.
La memoria no es un archivo exacto del pasado, sino una construcción frágil y dinámica, que se reconstruye cada vez que la evocamos. Se moldea con nuevas experiencias y se reorganiza con el paso del tiempo. Cada cerebro, con su red única de sinapsis y su historia singular, representa una forma irrepetible de habitar el mundo. En cierto sentido, somos proyectos en permanente construcción, desde el nacimiento hasta la muerte.
A menudo se compara al cerebro con una computadora. Si bien esta analogía puede resultar útil para ilustrar ciertas funciones —como el procesamiento de información o la transmisión de señales—, existen diferencias fundamentales que los separan profundamente. Una computadora es una máquina diseñada para ejecutar instrucciones de forma lógica, precisa y secuencial. Su funcionamiento sigue un modelo determinista, basado en algoritmos, estructuras de datos y flujos binarios.
El cerebro, en cambio, es un órgano biológico altamente complejo y evolutivo. No solo procesa información: genera conciencia, emociones, imaginación, intuición y creatividad. No ejecuta instrucciones predefinidas, sino que se adapta, aprende, se transforma constantemente y crea significados.
Recomendaciones para mantener una mente ágil
1. Dormir lo necesario
El cerebro necesita del tiempo de descanso para llevar a cabo ciertas funciones como procesar información y consolidar recuerdos. Cuando una persona duerme, este órgano se encarga de realizar estas tareas que contribuyen con la salud integral, mejoran su estado de ánimo y su desempeño general. Se aconseja mantener una rutina de sueño estable, de siete a nueve horas por día.
2. Descansar del celular
Los elementos electrónicos, pantallas y estímulos digitales pueden generar agotamiento, desconcentración y alterar las funciones del sistema nervioso. Muchos aconsejan no ver el celular durante la primera media hora al despertar, para permitir el cuerpo y cerebro comenzar el día de manera adecuada. Otra alternativa es realizar pausas o recreos de estos artefactos una hora al día, en la que se permite un descanso cognitivo adecuado.
3. Leer a diario
Es una de las actividades más sencillas y favorables, gracias a su capacidad de estimular la comprensión, concentración, imaginación, análisis y funciones cognitivas. Se puede crear un hábito diario de leer al menos unos minutos o incluso antes de dormir, lo que ayuda a mantener las pantallas alejadas de la hora del sueño, lo que ayudará a la persona a relajarse.
4. Alimentación consciente
Llevar a cabo una dieta rica en antioxidantes y grasas saludables resulta esencial para proteger el cerebro del envejecimiento y mejorar sus funciones. Alimentos como los arándanos y tomates poseen compuestos que combaten el estrés oxidativo. Ingredientes ricos en omega-3, como la palta, semillas de chía o el aceite de oliva, mejoran la memoria, la salud neuronal y previenen el deterioro cognitivo.
5. Practicar juegos mentales
Existen muchos ejercicios que ayudan a desafiar la mente y mantener su agilidad. Sopas de letras, rompecabezas, crucigramas o juegos de estrategia, son algunos de estos. Llevar a cabo alguna de estas prácticas a diario puede ayudar a la lógica y mejorar la atención. Asimismo, algunas personas encuentran una sensación antiestrés, de confort y de relajación, que ayudan a regular el sistema nervioso.
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