Cuánto cuestan y cómo se usan los tests genéticos que permiten detectar el riesgo de tener cáncer

La forma de prevenir y de diagnosticar algunas enfermedades oncológicas se está transformando gracias al uso de una tecnología de secuenciación de nueva generación conocida como NGS, por sus siglas en inglés. Es que en el país ya existen diversos tests genéticos que permiten evaluar el riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer hereditario, especialmente en personas con antecedentes familiares relevantes.

Esta clase de estudios permite analizar la estructura molecular de los tumores, identificar mutaciones específicas que guían el desarrollo de la patología y seleccionar tratamientos personalizados (adaptado al cada perfil genético). ¿Qué tipos de tumores? “Pueden detectarse genes como BRCA1, BRCA2, TP53 o MLH1, asociados a mayor riesgo de cáncer de mama, ovario, páncreas y colon, inclusive en personas sin antecedentes familiares evidentes”, coinciden los expertos consultados por Clarín.

Mario Bruno es especialista en oncología y director de publicaciones de la Sociedad Argentina de Cancerología. En diálogo con este medio, explica que si bien cualquier persona puede realizarse un test genético, solo va resultar de utilidad en los tumores hereditarios, es decir, en el 20% de los casos. “El otro 80% refiere a causas, conocidas o desconocidas, internas o externas, que provocan la alteración del gen y el desarrollo de cáncer (se modifica el programa normal de la célula)», detalla.

«Quienes tienen los genes BCRA 1 y BCRA2 mutados presentan cáncer de mama entre un 60% a 80% de los casos y de ovario entre el 35% a 60%”, ilustra Bruno sobre esta mutación presente en el 20% del total de mujeres con cáncer de mama. Y ofrece otro ejemplo: la probabilidad de aparición de un cáncer de colon ronda entre el 40 y el 80% cuando se padece el Síndrome de Lynch y se tiene alguno de estos genes alterados: MLH1, MSH2 y MSH6.

¿Para qué sirven y cuál es su eficacia?

Los estudios genéticos basados en NGS tienen una alta sensibilidad y especificidad para detectar variantes genéticas (mutaciones) asociadas a una amplia variedad de condiciones hereditarias como las predisposiciones oncológicas.

“Si bien presentan algunas limitaciones, ofrecen una excelente capacidad para identificar variantes patogénicas con una baja probabilidad de falsos positivos o negativos”, señala Gabriel Ércoli, médico genetista y director médico de Gempre Genómica.

Es que su eficacia depende de varios factores: el tipo de test solicitado, el panel de genes que se analiza y la indicación clínica precisa. “Cuando están bien indicados y validados, estos estudios constituyen herramientas diagnósticas robustas, con utilidad clínica comprobada”, evalúa Ércoli.

¿Para qué sirven? Permiten decodificar mutaciones genéticas asociadas al cáncer y anticipar la predisposición a desarrollar determinadas afecciones mucho antes de que se manifiesten clínicamente y, en consecuencia, tratar la enfermedad. Así, su capacidad para detectar variantes relevantes con precisión permite mejorar diagnósticos, orientar tratamientos personalizados y tomar decisiones preventivas con respaldo científico.

En resumen, sus principales usos son: a) identificar variantes genéticas hereditarias que aumentan el riesgo de desarrollar ciertos cánceres (como mama, ovario, colon, próstata o páncreas); b) confirmar diagnósticos genéticos en personas ya afectadas, lo que permite adaptar el tratamiento (medicina personalizada de precisión); c) realizar controles más frecuentes y a una menor edad que la establecida como estándar (mamografías, colonoscopías, resonancias) y d) guiar decisiones preventivas o de vigilancia en personas sin síntomas, pero con antecedentes personales o familiares relevantes, especialmente si comparten una variante genética familiar.

“El valor de los estudios genéticos no se limita a identificar una enfermedad sino que también abre la puerta a intervenciones concretas que pueden cambiar el curso clínico”, enfatiza Ércoli.

Intensificar protocolos

Los estudios genéticos evalúan el riesgo de que una persona pueda padecer cáncer, es decir, no eliminan el riesgo por sí solo, pero permiten detectarlo a tiempo y actuar antes de que se manifieste la enfermedad.

¿Cómo se logra? Mediante acciones concretas. Por ejemplo, una mujer con una mutación en el gen BRCA1 puede iniciar controles mamarios (como mamografía o resonancia) a edades más tempranas de lo habitual, con métodos específicos y a intervalos más cortos. “Esto no reemplaza los controles de rutina por edad y sexo, sino que los complementa y personaliza, siempre bajo indicación médica y acompañamiento genético”, aclara Ércoli.

También, se pueden considerar intervenciones preventivas en casos seleccionados, como la cirugía reductora de riesgo en personas con mutaciones en genes como BRCA1 o BRCA2 (como hizo la actriz Angelina Jolie), adoptar cambios en el estilo de vida y mantener un seguimiento médico personalizado.

¿Dónde se pueden realizar y qué costos tienen?

En Argentina, las pruebas genéticas están disponibles en algunas instituciones públicas con servicio de genética como, por ejemplo, el Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutiérrez, el Hospital de Pediatría Garrahan, el Hospital Durand y el Hospital Rivadavia. También se pueden realizar en institutos de la Red Genómica del país, la cual fue armada durante la pandemia de COVID-19.

Además, se pueden encontrar en distintos centros privados (por ejemplo, el Hospital Italiano) y laboratorios de genómica, tanto en CABA como en las provincias del país.

En cuanto a los costos de estos estudios, si están correctamente indicados, muchas obras sociales y prepagas los cubren total o parcialmente. Si bien cada laboratorio define el valor de la prueba, la cifra oscila ampliamente según distintas variables: el tipo de test, el tipo y complejidad de la enfermedad, la cantidad de genes analizados, la institución que los ofrece, la técnica empleada y el contexto clínico.

En líneas generales, según un relevamiento de este medio, oscila entre los 400 y 3.000 dólares o, incluso, más. “En el sistema público existen programas que permiten el acceso gratuito en contextos clínicos bien justificados, pero no suelen contar con todos los estudios más avanzados ya que los recursos son más limitados”, menciona Ércoli.

Como hay una enfermedad involucrada, la realización de estas pruebas genéticas siempre requiere de una prescripción médica. En contrapartida, los estudios llamados ‘direct to consumer’, como los de ascendencia genética (genómica de ancestría), se pueden hacer por iniciativa personal ya que no buscan un gen en particular sino que refleja niveles de ascendencia. “Algunos test ‘direct to consumer‘ ofrecen información de predisposición a padecer algún tipo de cáncer, como aquellos correspondientes a la mutación BRCA”, comenta Felipe Turra, biólogo y gerente ejecutivo senior para Sudamérica de Illumina.

Desafíos y oportunidades

Para Turra, uno de los grandes desafíos en la región es el subdiagnóstico ya que muchas personas viven años sin saber que son portadores de una enfermedad genética o que tienen una mutación hereditaria. “Necesitamos mayor capacitación de los equipos médicos, campañas de concientización y políticas públicas que garanticen el acceso equitativo a las pruebas diagnósticas”, advierte el especialista.

Por su parte, Ércoli subraya la importancia de trabajar en políticas de acceso justo y sostenido para que los avances en genética puedan llegar a todas las personas que los necesitan.

Entre las estrategias claves para lograrlo, el experto enumera incluir estos estudios dentro de programas de salud pública (especialmente para pacientes con antecedentes personales o familiares de alto riesgo), promover alianzas entre el sector público y privado que permitan reducir los costos y ampliar la cobertura, capacitar a profesionales de atención primaria e implementar protocolos nacionales basados en evidencia científica y consenso interdisciplinario.

AS

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