De campeón en el fútbol argentino y romperla en Europa a carpintero

Marcelo Sarmiento encontró en el fútbol mucho más que un deporte que le permite desconectarse del mundo real: fue la llave que le abrió las puertas del mundo, le permitió conocer nuevas costumbres y crecer a nivel profesional y personal.

Su habilidad dentro del verde césped lo llevó a competir en las mejores ligas europeas, pero el destino le puso trabas en forma de lesiones que, con el tiempo, se volvieron una constante y lo obligaron a colgar los botines.

Acostumbrado a reinventarse, el exvolante de Talleres de Córdoba no se quedó quieto tras su retiro. Retomó el oficio de carpintero, un legado familiar que hoy sigue siendo el sostén de su familia.

Marcelo Sarmiento y su paso por el fútbol

Sarmiento tuvo un arranque soñado siendo parte fundamental del histórico título que Talleres conquistó en la Copa Conmebol de 1999. Más adelante, se trasladó a Santa Fe para sumarse a Unión, aunque sufrió una dura lesión en 2011, que lo obligó a alejarse durante varios meses de las canchas.

Lejos de rendirse, Sarmiento, con apenas 22 años, se animó a dar el salto al fútbol europeo, más precisamente al Litex Lovech de Bulgaria. Sin embargo, su gran oportunidad llegó poco después, cuando firmó contrato con el Southampton de Inglaterra.

Su recorrido por el Viejo Continente también incluyó una etapa en Grecia, defendiendo los colores de Larissa y luego del Atromitos. Estas experiencias por diferentes países y culturas le permitieron forjar su personalidad y carácter, algo que le serviría tiempo después.

Su vida después del retiro

Desde joven, Sarmiento se preparó para la vida después del fútbol, aprendiendo carpintería mientras era jugador del «Tatengue», oficio heredado de su padre.

Al retirarse por los problemas físicos, el exjugador no lo dudó y se dedicó por completo a este arte y creó su propio taller, donde hoy lleva una vida tranquila y alejada de las canchas.