Diálogos de Wall Street: los mercados disciplinan a Trump, pero no se arreglaron los problemas

Periodista: El índice S&P 500 volvió a los 6 mil puntos. Sin hacer grandes aspavientos. Tremenda resiliencia la de la Bolsa. ¿Acá no ha pasado nada? ¿Falsa alarma, entonces? ¿Ya se arreglaron todos los problemas?

Gordon Gekko: Pasó de todo. Y no se arregló ninguno de los problemas. Ni los viejos que venían de herencia ni los nuevos que creó Trump.

P.: Y, sin embargo, estamos recuperados plenamente. El rally de la Bolsa es muy potente y descansa a solo 2% de los récords. ¿Cómo se entiende?

G.G.: No es lo que hubiéramos pensado de antemano. Pero se entiende como una gran muestra de confianza del inversor minorista. No de los profesionales, por cierto.

P.: Y no de los hedge funds, que siguen manteniendo sus posiciones cortas.

G.G.: Así es. Pero son muchos Davids los que se llevaron puesto a los Goliaths de Wall Street. Vieron la caída como una oportunidad y no han cambiado de opinión con el ascenso de las cotizaciones.

P.: ¿Son conscientes de los peligros que corren?

G.G.: No subestimaría al pequeño inversor. Ni su músculo ni su perspicacia. Aunque puedan estar subestimando esos peligros. En esencia, apuestan a dos grandes tendencias. Un Trump contenido en sus impulsos más destructivos (el efecto TACO que ya se popularizó) y una economía capaz de salir airosa del trance. En parte, porque descuentan que ya vimos lo peor, lo más dañino, de la agenda de gobierno. Esa apuesta no supone que se hayan despejado todas las dudas o arreglados los problemas.

P.: Pero sí que no van a volver a agravarse.

G.G.: Tal cual. Trump lanzó una política de shock, y no la pudo sostener. Arrrugó, cuando se le vino la realidad encima. Los mercados lo disciplinaron. Es el efecto TACO. Y también se supone que no existe un daño oculto, ya producido pero que todavía no conocemos, y que puede salir a la superficie y obligar a replantear la lógica del rally.

P.: Una recesión o un desborde de la inflación. O el peor de los mundos, una estanflación.

G.G.: Correcto. Vimos la psicología del consumidor deprimirse como nunca con la ofensiva arancelaria de Trump. Su confianza en abril tocó piso. Se hundió a un nivel que en el pasado fue más que compatible con una recesión. Y registró, a la par, un salto de las expectativas de inflación al umbral más alto en cuarenta años. En la encuesta de la Universidad de Michigan, rozó 7,3% a un año. O sea, una cifra que ni siquiera se observó cuando la inflación llegó efectivamente a sobrepasar 7% a mediados de 2022.

P.: A ver si lo entendí bien. La suba de la Bolsa nos dice que no será así. Que el consumidor exagera, que entró en pánico y ve visiones, sobre todo, en materia de inflación. Cuando la Bolsa cotizaba como ahora, en febrero, reinaba el optimismo y no se pensaba en una recesión ni en un desenfreno de los precios. Aunque la agenda de Trump era conocida, nadie se imaginaba que quería aplicarla al pie de la letra.

G.G.: Y ahora volvimos al punto de partida porque se piensa que, aunque quiera aplicarla no puede hacerlo.

P.: China es la horma del zapato.

G.G.: Esa es la pelea de fondo. Pero Trump ha tenido que ceder en otras aventuras que se propuso. Los aranceles recíprocos a medio mundo, la pulseada con la FED de Powell…Por no citar las excentricidades: Canadá como estado 51 o la compra de Groenlandia.

P.: El tema urticante que queda pendiente es el paquete de rebaja impositiva que Trump impulsa en el Congreso.

G.G.: Correcto.

P.: La Bolsa tampoco cree que Trump podrá salirse con la suya.

G.G.: Un paquete de rebajas finalmente se va a aprobar. Pero, ¿qué tan picante? Esa es la pregunta.

P.: ¿Y usted qué cree?

G.G.: Será lo que el mercado de bonos acepte financiar. La llave de la situación no la tiene Trump ni el Speaker Johnson. Si se disparan las tasas largas, si las subastas de bonos del Tesoro se convierten en un calvario, no habrá otra alternativa mejor para el gobierno que arrugar también en este frente.

P.: ¿Y qué pasará con la Bolsa?

G.G.: Ya lo vimos en abril. Si el forcejeo es importante, las tasas largas tomarán la batuta. Y la Bolsa no se va a librar del temporal.

P.: ¿Lo ve probable?

G.G.: No se puede descartar, aunque sea un percance innecesario.

P.: Esta semana veremos la primera lectura de la inflación de mayo. La FED se reúne la semana próxima. Y Trump, la semana pasada, insistió con la necesidad de bajar las tasas. ¿Ve alguna conexión?

G.G.: La inflación de abril dio bien. Si la de mayo, también, como confía la Bolsa, vamos a escuchar hablar más de una baja de tasas de la FED antes que termine el año. Y no porque lo pida Trump. La guerra de aranceles comenzó en marzo. Abril y mayo fue su apogeo. Y si no se advierte traslado a precios, la FED que se sentó desde diciembre a ver y esperar, tendrá así una evidencia muy importante a la vista. Querrá esperar más, seguro. Que se asienten los aranceles, que el consumidor recobre la moral, y que no haya sorpresas. Pero será una espera mucho más tranquila. Con la atención puesta, otra vez, en que no suceda un debilitamiento imprevisto de la economía real.

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