La publicidad sobre el dólar de los 70 que sigue más vigente que nunca: el techo y el piso, el tipo de cambio y los costos

Son seis hombres. Todos vestidos de saco y corbata. Maletín en la mano.

Se los escucha gritar.

“¡Suban el techo!”.

Sus cabezas golpean contra una especie de cielo raso. Arriba se lee la leyenda DOLAR.

“¡Suban el techo!”, vuelve a escucharse, esta vez más fuerte. Ahora el piso se está elevando y obliga a estas personas a ponerse casi de cuclillas. Abajo se agiganta el cartel COSTOS.

Los precios internos aumentan y como el techo queda fijo, los hombres se ven acurrucados contra el cartel que dice DOLAR.

El aviso publicitario tiene poco más de 40 años, es de la época de Alfredo Martínez de Hoz, ministro de Economía de la última dictadura, cuando lanzó un programa de estabilización conocido como La Tablita, básicamente, un anuncio de un sendero de actualización del tipo de cambio, las tarifas y los salarios para desinflar la economía.

El final del plan ya se lo conoce (no funcionó) y los reclamos en aquel transcurso también: los empresarios (los hombres de traje) pedían que el dólar subiera más (el techo) porque los costos (el piso) erosionaban su rentabilidad.

No se ven mujeres en la publicidad. La voz en off también es la de un hombre.

“¡Suban el techo!” siguen gritando los empresarios, ahora más desesperados. Hasta suplican con “¡Por favor!”.

En eso, la voz en off parece que se apiada.

¿Levantar el techo? – pregunta-, veamos”.

Como por arte de magia el cielo raso empieza a elevarse. Inmediatamente se escuchan expresiones y voces de alivio.

“Ahhhh… ahora así”. “Menos mal”. “Ahora sí”.

Apoyan sus maletines en el piso, señal de que pueden seguir con sus trabajos, empleos, fábricas. Se secan la transpiración de la frente.

Pero vuelve la voz en off con un aviso.

“Inmediatamente se levantará el piso”.

La desesperación retorna a los rostros y los ojos de los empresarios.

“¡Se mueve el piso!”, vuelven a gritar mientras se ve que el suelo se levanta como un montacargas, empezando todos ellos otra vez a arrodillarse.

De repente se los ve otra vez estrujados como en el piso 7 y 1/2 de la película ¿Quieres ser John Malkovich? en el que Craig Schwartz (John Cusack), casi arrastrándose por el techo bajo, descubre un portal que le permite acceder a la mente de John Malkovich (John Malkovich), una sensación liberadora para el protagonista.

Para los protagonistas de la publicidad la verdadero sensación liberadora sería una devaluación.

“¡El piso! ¡sube otra vez el piso!”, gritan los empresarios tratando ahora de mover el techo del dólar con sus manos. Pero no pueden.

La voz en off de aquella publicidad no es otra que la voz del Soberano, en este caso del Ministerio de Economía, explicando que un aumento del tipo de cambio no solucionaría la asfixia de esos empresarios porque automáticamente se traduciría en más inflación volviendo a pedir subir el dólar. ¿Le suena?

Hasta Axel Kicillof como ministro de Economía dijo en 2015, en medio de reclamos por el peso apreciado. “Cuando se mueve el dólar, se mueven los precios. Lo digo para el club de los devaluadores que dicen ‘devalúen, devalúen’: bueno, eso jode a la gente. Y lo dice hoy en tapa Clarín que hay un atraso del 35%. Hermano, no mientan más con eso porque jode a la gente”.

Volvamos a fines de la década del 70.

“¿Qué hizo el Gobierno con las nuevas medidas?”, cuentan en el aviso. “Bajó el piso, ahí está el secreto”.

Y ahora sí se escucha una voz definitiva de alivio de los empresarios con la que la publicidad pasa el siguiente mensaje final:

“Estas medidas deben ser complementadas por una acción en el mismo sentido de los sectores oficiales y privados”.

Techo y piso van de la mano cuando se trata de dólar y costos o dólar y precios. Sube el tipo de cambio e inmediatamente aumentan los precios de los insumos trasladándose al resto de la cadena (al menos en el corto plazo, sin analizar cuestiones de más mediano plazo como marcan los críticos de la estrategia del crawling peg para desinflar).

Aquella estrategia antiinflacionaria de Martínez de Hoz se había basado en una idea del entonces presidente del Banco Central (Adolfo Diz), a su vez pensada sobre el plan que entonces llevaba adelante Chile. Unos años antes, a principios de 1978 (Martínez de Hoz lanzó La Tablita en el verano de 1979), Chile fijó su moneda al dólar.

“Se creía que un tipo de cambio fijo impondría una disciplina en los precios forzando a la inflación doméstica a converger a la internacional como también los niveles de precios”, señala el economista Sebastián Edwards en un reciente libro suyo que cuenta aquel período (El proyecto Chile y los Chicago Boys).

A Chile le llevó casi una década casi normalizar su sistema cambiario. En septiembre de 1973 (tras el derrocamiento de Salvador Allende) había diez tipos de cambio y una brecha con el paralelo de 750%. El gobierno de Augusto Pinochet devaluó 90% el peso chileno pero la pregunta era cómo seguiría la política cambiaria. Los Chicago Boys mantuvieron un régimen de crawling peg en el cual la tasa de depreciación se determinaba por la diferencia entre la inflación local y mundial. Luego se fijó el peso. Y después vino la Crisis de la Deuda. Otra historia para Economía de No Ficción.

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