En los años 90, en el que las modelos eran incluso más famosas que muchos actores de Hollywood. Con cada paso que daban en las pasarelas y con cada producción fotográfica que protagonizaban, no solo imponían tendencias, sino que iban forjando un camino que las llevó a facturar millones de dólares. Así como Cindy Crawford corporizaba el espíritu de la chica estadounidense y Claudia Schiffer la sofisticación europea, desde Australia, con su figura de nadadora y su sonrisa perfecta, Elle Macpherson recibió el apodo más deseado: “el cuerpo”.
El tiempo pasó y aquel mote sigue siendo tan certero como en aquella época. A principio de este año, la modelo, de 60 años, sorprendió a todos al contar cuál es su rutina para mantenerse tan radiante como lo estaba en la cumbre de su carrera. “Hace una década, sentí que chocaba contra una pared. Todo lo que había aprendido a hacer a lo largo de los años, ya no estaba funcionando. En ese momento, me di cuenta de que no podía confiar solamente en la genética”, indicó. Por eso, según contó, comenzó a establecer una rutina nueva que le permitiera para mantener su energía como en los viejos tiempos. Esa rutina incluye no consumir cafeína, ejercicios y estiramientos diarios y una serie de curiosos ritos que se volvieron costumbre. “Dormir ocho horas también es importante. Siempre me voy a la cama con una sonrisa, con el corazón contento — admitió la estrella, y agregó- y sin ropa”.
Otra de las características que compartían aquellas mujeres icónicas de los noventa era su capacidad para mostrarse siempre perfectas e impecables. A pesar de haberse retirado de las pasarelas hace años, todas ellas supieron acercarse a las redes sociales para seguir mostrando desde allí sus vidas ordenadas y glamorosas. Sin embargo, Elle decidió patear el tablero y confesó que su vida no siempre fue tan perfecta ni saludable.
La modelo, que incursionó también en la actuación en la película Sirenas, acaba de publicar sus memorias, Elle: Life, Lessons & Learning to Trust Yourself y en uno de los capítulos reveló que frecuentemente se emborrachaba hasta perder el conocimiento y bebía “tragos de vodka” después de acostar a sus hijos Cy y Flynn cuando eran pequeños. Según relató, todo comenzó cuando se convirtió en hábito beber tragos junto a su exesposo el agente financiero Arpad “Arki” Busson. “Todos consideraban que mi vida era maravillosa. Por fuera, hacía un trabajo maravilloso, pero en el fondo estaba pasando por un momento muy difícil”, escribió.
Según su relato, después de dar a luz a su hijo más pequeño, comenzó a sentirse acuciada por el deseo de beber una botella de champán que le habían regalado. A pesar de que sus dos naturópatas le advirtieron que beber al poco tiempo de haberse sometido a un parto podría alterar sus hormonas, ella decidió correr el riesgo. “Arki frecuentemente viajaba por trabajo y cuando me quedaba sola con Cy, lo único en lo que podía pensar era en esa botella de champán en el cubo de hielo”, explicó. Después del champán llegó el vodka, al que recurría frecuentemente para relajarse por las noches.
A pesar de que en aquel tiempo consideró en más de una oportunidad internarse en una clínica de rehabilitación para tratar su adicción, de alguna manera se las arreglaba para convencer a su esposo de que estaba bien e incluso logró volver a trabajar al poco tiempo de haber dado a luz para demostrar que podía controlar la maternidad y su vida. “Me encantaba pasar tiempo con Arki y quería demostrarle que sería su compañera en la diversión y los negocios y, al mismo tiempo, la madre de sus hijos”, escribió.
Sin embargo, lo le resultaba tan sencillo: “Salía a beber a fiestas y volvía a enfermarme. Se convirtió en una constante: estaba en un espiral descendente, horrible”, rememoró. Elle también confesó haber experimentado desmayos y haber recurrido al alcohol como mecanismo para afrontar su ansiedad. “A menudo bebía después de acostar a mis hijos. Me sentaba sola y tomaba tragos de vodka y luego escribía listas de cosas por hacer y cartas para mi familia. Hacía las tareas domésticas, escuchaba música hasta las 11 de la noche, luego me iba a la cama y me desmayaba”, detalló.
Su esfuerzo por demostrar que nada malo ocurría no logró convencer a sus seres más cercanos, que se dieron cuenta de que algo ocurría. Y entonces, sus naturópatas le recomendaron que iniciara un tratamiento de rehabilitación. Allí, la pesadilla lejos de apaciguarse se volvió más cruenta: en aquella clínica de Arizona, Elle se sintió “humillada y enojada” cuando la agruparon junto a las pacientes con trastornos alimenticios debido a su delgadez. Sin embargo, terminó aceptando que efectivamente estaba “controlando” su dieta. De eso habló esta semana, cuando decidió dar un paso más allá en su ataque de sinceridad. Es que, mientras era entrevistada en The Kyle and Jackie O Show confesó haber consumido cocaína para perder peso mientras modelaba.
Esta nueva revelación se produjo cuando el conductor Kyle Sandilands indicó: “Cometí el error, y me alegra admitirlo, de pensar que perdería peso tomando cocaína durante diez años. Ahora bien, ¿perdí peso? No, no lo hice. Me dio hinchazón”. La respuesta de la modelo no se hizo esperar: “¡Yo también lo he hecho!”.
El intercambio de experiencias se produjo mientras abordaban otro tema polémico: la decisión de la modelo a recurrir a métodos de curación holística en lugar de someterse a un tratamiento de quimioterapia luego de que le diagnosticaran cáncer de mama en 2017. “No fue que pensé que se trataba de una solución milagrosa que se pudiera aplicar a todos y dije: ‘Bueno, esto va a garantizar un bienestar superior al final’”, indicó la exnadadora. Y agregó: “A veces es una combinación; no es una cosa u otra. La gente simplemente tiene que emprender un viaje de investigación y descubrir qué es lo que les resuena y obtener todos los consejos que puedan”.
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